lunes, 8 de junio de 2015

La educación

La educación es un aspecto importante para la convivencia en una sociedad e incluso para su supervivencia. De ella brota una serie de comportamientos comunes y, a veces básicos, que unos individuos esperan de otros, pero estas expectativas se verán ó no cumplidas dependiendo del trasfondo de cada cual, junto con toda una recopilación de experiencias, consecuencias, disposición, aspiraciones, motivaciones.

A veces, este activo inmaterial personal, que se transmite de generación en generación, puede quedar disminuido o no desarrollar todo su potencial, porque algo falla en alguno de los extremos. Es por ello que, en ocasiones, vemos cómo de pequeños actos surgen malentendidos e incluso conflictos.
En la era en la que vivimos, con todos los adelantos científicos, tecnológicos, de comunicaciones, facilidades de transporte, necesidad de establecer relaciones con sociedades del exterior, no se puede pasar por alto que, determinados usos y significado del vocabulario, así como algunos comportamientos, que en una sociedad concreta están aceptados y se consideran dentro del orden establecido como normales o no ofensivos, pueden tener una interpretación o significado totalmente opuesto en otro tipo de sociedad. Por tanto, en un mundo globalizado como es este y, teniendo en cuenta que estamos diseñados para depender unos de otros (no somos islas en un océano), es necesario tener presente estos detalles, en la medida en que nos ayudarán a respetar, convivir, relacionarnos e incluso nos evitarán desagradables consecuencias.

La educación y las buenas maneras nunca deben estar de más, y en función de cómo se conduzca cada individuo para dar visibilidad a este valor, los resultados pueden llegar a ser enteramente opuestos. La decisión es fácil.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Carta al director

Hasta dónde puede llevar la afición 

Hace unos días salió a la luz un hecho que no es nuevo, aunque por primera vez ha causado una muerte, las aficiones radicales de dos equipos de fútbol decidieron quedar antes del partido no para “festejar” el partido entre sus equipos sino para demostrarse unos a otros quien es más fuerte, y quien manda pasara lo que pasara en el partido. Como siempre, cada acto tiene sus consecuencias siempre: botellazos, destrozos urbanos, heridos por todas partes y la mala imagen de España. Aquí viene la diferencia, a algunos se les va de las manos y metidos en una pelea de estas donde todo te parece más cercano a un videojuego que a la realidad te pones a darle golpes en la cabeza a una persona con una barra de hierro pensando que le harás un rasguño o que antes de matarlo serás capaz de parar y evitarlo, pero no, no supieron parar. Ahora tenemos una persona muerta. Deben pensar que matar a uno de la afición contraria es parte del fútbol y lo que pasa en el campo se queda en el campo, porque ni dan la cara ni se muestran ahora tan gallos para asumir las consecuencias de los hechos que han cometido. No me parece lógico el trato que se le está dando a la víctima desde los medios de comunicación, tampoco entiendo que la sanidad de este hombre la estemos pagando todos los españoles, cuando ha sido un accidente que él se lo ha buscado. En los medios de comunicación he podido escuchar cómo todos se ponen a favor de la víctima: Un pobre “mileurista”, con dos hijos, amigo de sus amigos, cercano y fan del Deportivo de la Coruña. Pero investigando, hay que decir los diversos antecedentes por drogas, maltrato y algún que otro delito más y que además no es que se encontrara en medio de la pelea por casualidad, se gastó buena parte de su sueldo mensual en ir a este partido cuando probablemente a sus hijos halla otras tantas cosas que necesiten por delante de esto y es uno de los que fue allí a demostrar lo fuerte que era. Un angelito no era. Creo que no está suficientemente penalizado la existencia de aficiones radicales a las cuales el fútbol solo les sirve de escudo para pegarse y hacer el mal lo peor son los presidentes de los clubes de fútbol que ayudan a estos grupos, pienso que debieran también de responder ante un juez, y en su caso en la cárcel por ser cómplices de todos y cada uno de los actos que cometen estos grupos radicales.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Modificación Acto II Escena IV de Don Juan Tenorio





Juan. ¡Bah! Las discusiones con don Gonzalo son pláticas de familia de las
que nunca hice caso, siempre contando cosas de miedo, de terror, que si las brujas, un zombi que me perseguirá, los esqueletos… yo ya no me creo nada Conque lo dicho, don Luis, van doña Ana y doña Inés en puesta.

Luis. Y el precio es la vida.

Juan. Vos lo decís: vamos.

Luis. Vamos.

Alguacil 1. Alto allá. Don Juan Tenorio, sed preso.

Juan. ¿Por qué? ¿Acaso voy a ser preso de las brujerías que dice don Gonzalo?

Luis. Tenorio, mi paje os ha delatado para que vos no ganéis. Don Juan, la
partida es mía, esas brujas están conmigo, y van hacer que gane.

Alguacil 2. Don Luis Mejía, sed preso.

Juan. ¡Ja, ja, ja! Mejía, mi paje os ha delatado para que no me estorbéis con esas fantasmadas.

Luis. Satisfecho quedaré aunque ambos muramos comidos por brujas y seres reencarnados con los huesos afuera.

Alguacil 1. Sed presos. Vayamos a la cárcel.


Juan. Vamos pues. Señores, recuerden, la apuesta sigue en pie, quien pierda morirá entre terribles sufrimientos.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Mi autorretrato lingüístico

Hace unos años nací en Santander, por motivos laborales estuve hasta los tres años viviendo en Galdacano, un pueblo cerca de Barakaldo, yo mezclaba palabras entre euskera y castellano, al hablar con familiares tenía siempre cerca a mis padres, a mí me costó mucho diferenciar entre el euskera y castellano hasta casi los 4 o 5 años. La gente de allí solo hablaba euskera y muy pocos castellano. Cuando estaba en Santander y yo decía “ama” o “aita” o saludaba con un simple “kaixo” o “agur” la gente no sabía a lo que me refería, muchas veces me daba vergüenza hablar porque nadie me entendía y no sabía si hablaba a lo loco porque se me había ido la cabeza en ese sitio porque donde yo vivía todo el mundo me entendía. Empecé el colegio ¡menudo lío! Entre el castellano, inglés y euskera iba aprendiendo a la mitad de velocidad que los otros niños, yo era muy cantarina, y me encantaban las canciones infantiles en euskera, pero yo era la única que sabía euskera ya que el colegio estaba en Santander. A medida que pasaban los años, iba cada vez menos al país vasco por lo que se me acabó olvidando todo el euskera, y hoy cada vez que lo pienso, de pequeña podía mantener una conversación en euskera con niños pequeños y hoy ¡ya no entiendo ni una frase! A día de hoy ya no tengo problemas ni con mezclar castellano con euskera ni nada, se hablar estos dos idiomas, y con eso me vale.